Busca al Señor: Julio
La Declaración de Independencia, que celebramos el 4 de Julio, declara que los derechos de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad deben ser dados por Dios y, por lo tanto, “propios”. La enseñanza de la justicia social católica está de acuerdo. Estos no son solo derechos civiles, sino derechos humanos.
La Iglesia, también reconoce que con estos derechos vienen responsabilidades, incluyendo el compromiso de actuar por el bien común como ciudadanos conscientes de nuestro país y nuestra comunidad local.
Esta primavera trajo otra temporada electoral arruinada por un alto grado de negatividad e incivilidad. En este ambiente desalentador, puede ser tentador optar por no votar y otros aspectos de la vida política. Como católicos, deberíamos hacer todo lo contrario. Nuestro compromiso cívico, se necesita ahora más que nunca para traer sal y luz (Mt 5:13-16) al proceso político.
“En la Tradición Católica, la responsabilidad ciudadana es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral”, los Obispos Católicos de los Estados Unidos lo señalaron en su documento del 2015 Formando la Conciencia para ser Ciudadanos Fieles.
“Desafortunadamente, las políticas en nuestro país pueden ser una competencia de intereses por el poder, ataques partidistas, fragmentos de comprensión y despliegue publicitario. La Iglesia llama a un tipo de compromiso político diferente: uno moldeado por las convicciones morales de las conciencias bien formadas y centradas en la dignidad de cada ser humano, la búsqueda del bien común y la protección de los débiles y los vulnerables. Como nos recuerda el Papa Francisco, “En las políticas, aunque a menudo denigradas, permanece una gran vocación y una de las formas más elevadas de caridad, en la medida en que se busca el bien común”.
Y la Iglesia enseña que la política no es solo para los políticos. “Los ciudadanos, tan pronto como sea posible, deben tomar parte activa en la vida pública”, enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1915). Eso significa no solo votar sino también estudiar las propuestas y los candidatos, teniendo en cuenta que los católicos no tienen un hogar permanente en ningún partido político.
Hay algo más que deberíamos hacer como ciudadanos Católicos: orar por nuestros líderes. San Pablo exhortó “ante todo recomiendo que se ofrezcan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por cada uno, por los reyes y por los que gobiernan, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz con toda devoción y dignidad” (1 Tim 2:1-2).
En respuesta a este mandato bíblico, el Arzobispo John Carroll de Baltimore escribió una oración el 10 de noviembre de 1791 que debía leerse en las parroquias de su diócesis. Él fue el primer obispo Católico en los Estados Unidos y primo de Charles Carroll, el único firmante Católico de la Declaración de Independencia. En parte, la oración del Arzobispo Carroll decía:
“Oremos, Oh Dios de poder, de sabiduría y de justicia, para que a través de quien se administra correctamente la autoridad, se promulgan las leyes y se decreta el juicio, ayuda con tu Santo Espíritu de consejo y fortaleza al presidente de los Estados Unidos, para que su administración sea conducida con justicia y sea particularmente útil para su pueblo sobre quien él gobierna. …”
El Arzobispo Carroll también pidió que la sabiduría divina “dirija los debates del Congreso y brille en todos los procedimientos y leyes enmarcadas para que nuestra legislación y organización puedan tender a conservar la paz, la promoción de la felicidad nacional, el aumento de la industria, la sobriedad y el conocimiento útil; y pueda perpetuar en nosotros la bendición de una libertad igual”.
Y oró “por su excelencia, el gobernador de este estado, por los miembros de la asamblea, por todos los jueces, los magistrados y otros oficiales, quienes están designados para proteger nuestro bienestar político, para que por tu poderosa protección, les sea permitido cumplir con honestidad y capacidad los deberes de sus respectivas estaciones”.
Hagamos nuestra la oración del Arzobispo Carroll, porque hoy todavía es relevante.