Se ha dicho que nunca debemos dejar de aprender. Cada día nos presenta oportunidades para aprender más sobre nosotros mismos y el mundo en el que vivimos. Dios también está trabajando constantemente para acercarnos más profundamente a la verdad de quién es Él y para ser las personas que Él creó. Este es el principio fundamental de la educación católica, que busca formar todas las dimensiones de la persona según el designio de Dios.

La palabra “educar” deriva de palabras latinas que significan “hacer salir”. Los padres, maestros y profesores extraen del interior de sus hijos y estudiantes los dones y talentos que Dios les ha dado. Ayudan a los jóvenes a comprender el mundo y cómo funciona para que puedan discernir su llamado vocacional y así poner mejor a trabajar sus dones y talentos al servicio de la comunidad humana en general. La labor de la educación católica consiste en gran medida en preparar a los jóvenes para participar en la sociedad, no sólo como contribuyentes activos y generosos, sino también como fieles discípulos de Jesucristo. Los discípulos bien formados y educados tienen la oportunidad y la responsabilidad de llevar los valores del Evangelio a sus lugares de trabajo y círculos sociales. Al vivir una vida convincente, pueden atraer a otros a buscar una relación con Jesús: conocerlo, amarlo y seguirlo.

Al comenzar el tercer año del Avivamiento Eucarístico Nacional, es apropiado recordarnos que la educación católica, como todos los aspectos de nuestras vidas, está conectada con el misterio de la Eucaristía. Creemos que la Eucaristía – la Presencia Real de Jesús – es la fuente y culmen de nuestra fe de la que todo lo demás deriva su significado y recibe su propósito. A través de la lente de los misterios de la creación, la caída, la encarnación, la redención y la salvación, todos ellos reunidos en el don de la Eucaristía, podemos comprender mejor el propósito de Dios para el mundo y nuestras vidas en él. Entregamos toda nuestra vida a Dios en cada celebración de la Eucaristía, y Dios mismo saca todo nuestro potencial como hombres y mujeres creados a su imagen y semejanza, y a quienes ha confiado la custodia de su creación. Una educación católica nos prepara para cumplir con esta responsabilidad.

Nada de esto es posible sin padres dedicados que tomen en serio su vocación como educadores principales de sus hijos. Los maestros y miembros del personal de las escuelas católicas ayudan fiel y generosamente a los padres en la formación y educación de sus hijos. También hay muchas mujeres y hombres, laicos y clérigos, que trabajan escondidos para que nuestras escuelas católicas puedan llevar a cabo esta importante misión. El principal de ellos es el superintendente de las escuelas católicas.

Para el año académico 2023-24, Kathy Kane se desempeñó como superintendente interina de las escuelas católicas e hizo un trabajo sobresaliente cumpliendo con los deberes y responsabilidades de ese rol mientras buscábamos un superintendente permanente. Matt Daniels aceptó ese puesto y asumió el cargo de superintendente de las escuelas católicas el 1 de julio. Matt llega a nosotros después de servir casi seis años como director principal de educación católica de la Diócesis de Toledo, y estoy seguro de que su experiencia y liderazgo serán de gran beneficio para los maestros y administradores que ayudan a educar y formar a los estudiantes en las escuelas católicas en toda esta arquidiócesis.

Únanse a mí para agradecer a Kathy por su dedicado servicio y darle la bienvenida a Matt en su nuevo rol. Que Dios los bendiga a ellos y a todos los educadores de las escuelas católicas de nuestra arquidiócesis con las gracias que necesitan para ser ministros fieles de los jóvenes confiados a su cuidado.